
11 Cascadas que ver en Cazorla, paraíso natural
30 noviembre, 2025A veces Madrid te aplasta. El tráfico, el ruido, las prisas… y de repente solo quieres desaparecer un fin de semana. Pues noticia: no hace falta volar a ningún sitio exótico. Con una o dos horitas en coche tienes paisajes, pueblos y silencio que te devienen la vida. Llevo años haciendo estas mini-fugas y siempre vuelvo con la misma cara de tonto feliz.
La Sierra Norte: donde el tiempo se para
Mi zona de cabecera. Rascafría, Buitrago, el valle de Lozoya… Allí el aire es otro. Mi ruta favorita: aparcar en el Monasterio de El Paular (entrada gratuita y el sitio impone respeto), cruzar el puentecito de piedra y meterte por el Bosque de Finlandia. Sí, en Madrid tenemos un bosque que parece nórdico. En otoño las hayas se ponen rojas y parece que estás en una peli de fantasía. Y si te pilla nieve, mejor todavía.
La Pedriza: montaña de verdad
Si te va andar y sudar la camiseta, aquí tienes para dar y regalar. Desde paseos tranquilos por el río Manzanares hasta subir al Yelmo (esa pedazo de roca que se ve desde la M-607). Arriba, con Madrid diminuto allá abajo, se te cae la baba. Consejo real: ve entre semana o a las 7 de la mañana, porque los domingos parece el metro en hora punta.
Patones de Arriba: el pueblo que el tiempo olvidó
Olvídate del Patones de abajo, lleno de terrazas y coches. Sube al de arriba, el de pizarra negra y cuatro abuelos que todavía viven allí todo el año. Calles empedradas, cero cobertura en algunos tramos y el cabrito de El Rey de Patones que te hace llorar de gusto. Después bajas andando a la presa del Pontón de la Oliva y flipas con el paisaje.
Chinchón y su plaza de película
A 45 minutos de Madrid y parece que has retrocedido tres siglos. La plaza mayor es de las más bonitas que vas a ver nunca. Siéntate en cualquier terraza, pide un anís de Chinchón (o dos) y observa la vida pasar. Si coincides con el mercado medieval o con la fiesta del ajo, te vas a acordar toda la vida.
Aranjuez en primavera: jardines, fresas y cero estrés
Palacio, jardines del Príncipe, el Tajo… Todo invita a pasear sin rumbo. Alquila una bici o monta en el Tren de la Fresa (sí, te dan fresas de verdad mientras vas en un tren de los de antes). Y come fresas con nata hasta reventar. En mayo-junio es puro espectáculo.
La Alcarria madrileña: lavanda y pueblos tranquilos
Brihuega en julio es la Provenza pero sin avión. Campos morados hasta donde alcanza la vista. Después te das una vuelta por Pastrana (palacio ducal, calles con historia) o Mondéjar (buenos vinos y mejor gente). Todo a menos de hora y media.
Hayedo de Montejo: reserva ya o te quedas sin entrada
Uno de los hayedos más al sur de Europa. En otoño parece irreal. Eso sí: hay que reservar plaza con semanas de antelación porque solo dejan entrar a 20-30 personas por pase. Merece cada segundo de espera.
Planes culturetas cuando llueve
Sigüenza (castillo-parador y catedral impresionante), Alcalá de Henares (la ciudad de Cervantes y los cigüeñas) o Toledo (a una hora escasa y siempre apetece). Los tres son perfectos para un fin de semana de lluvia, buen cocido y museos.
Mi truco para no perderme nada
Antes de salir siempre echo un vistazo a cercademadrid.com. Tienen planes actualizados, mercadillos, rutas nuevas, sitios donde comer bien y barato… Vamos, que es como el amigo cultureta que siempre sabe dónde está la movida interesante. La tengo guardada en favoritos desde hace años y nunca falla.
Al final, da igual si te tira más la montaña, los pueblos con historia o simplemente tumbarte en un prado sin cobertura. Todo esto lo tienes a un suspiro de Madrid. Sales el viernes después del curro y el domingo por la noche estás de vuelta, duchado y con ganas de comerte la semana.
Así que ya sabes: la próxima vez que sientas que la ciudad te ahoga, coge el coche (o el bus, o el tren), pon tu playlist favorita y lárgate. Dos horas después estarás en otro mundo.
¿Y tú? ¿Cuál va a ser tu primera escapada? Cuéntame cuando vuelvas, que yo ya estoy mirando el calendario para la próxima.





